Sam es conocido por muchos nombres: Samiel, Samyaza... Lucifer. Pero Sam no es el diablo. Él es simplemente un demonio que intenta ganar la paz al sacrificar a la descendencia demoníaca que él mismo creó.
Es al matar a uno de esos descendientes que Sam encuentra con Christopher, un humano esclavizado durante tanto tiempo que ya había olvidado como ser una persona. No parece humano, ya no, no después de las cosas bárbaras que ha estado soportando a manos de su captor. Pero incluso entonces, Christopher nunca sospechó que su Amo fuera algo más que un normal hombre mortal.
Cuando la misión de Sam lo pone en el camino de Christopher, no se siente horrorizado por el demonio en sentido literal que tiene delante, ni siquiera cuando Sam le dice que tiene que morir. En cambio, sintiéndose intrigado, Christopher le ofrece su cuerpo a cambio de su vida. Una oferta que Sam se encuentra aceptando.
La unión de ambos es una abominación. Los humanos y los monstruos no están destinados a aparearse. Pero juntos, funcionan. Sam se alimenta del dolor de los demás y Christopher necesita el dolor para alcanzar el clímax. Son la pareja perfecta hecha en el infierno... hasta que Sam se encuentra a un solo nombre en su lista, que lo separa de la muerte que ha estado anhelando durante tantos milenios. Ahora deberá tomar una decisión. Quedarse y empezar una guerra…
O terminar lo que una vez empezó y dejar a Christopher completamente solo en un mundo que ya se ha olvidado de él.